Willem Dafoe acaba de ser nominado a un Oscar como mejor actor principal por su trabajo en ''En la Puerta de la Eternidad''. Una merecida nominación si revisamos el magistral trabajo que ha hecho interpretando a Vincent Van Gogh. 

Esta película busca contar episodios clave en la vida adulta de Van Gogh a través de una fotografía llena de luz; luz que es tan importante para los pintores; y sobre todo tan importante para Van Gogh, una banda sonora impecable a cargo de Tatiana Lisovskaya que acompaña pausadamente estos episodios y una sensibilidad artística que no solo su director Julian Schanabel sino también su director de fotografía Benoit Delhomme entienden más que bien, siendo los dos también pintores.

‘’Pinto con mis virtudes y defectos’’ dice Van Gogh en ‘’En la Puerta de la Eternidad’’, y es así como esta película ha sido hecha. Se siente un poco lenta por momentos en un esfuerzo de mostrar un proceso creativo que no empieza con el ‘’hacer’’ si no con el ver, con la internalización de lo que rodea al artista y sobre todo con ese momento de iluminación creativa, propio y necesario de todo ser creador. Ya el pintar, por más que suene a ofensa, pasa a segundo plano si pienso en las hermosas escenas de total incertidumbre, descubrimiento y excitación que la cámara y Dafoe nos regalan.

La cámara está en mano y hay una sensación de agresividad de parte de esta, de persecución y paranoia, de un perro persiguiendo a su dueño, mordiéndole el pantalón para llamar su atención o tal vez no a su dueño, sino a una posible amenaza. Esto brinda un sentimiento de intimidad que tiene sabor a invasión, tanto que por momentos uno se pregunta si la película mantendrá el recurso durante toda su duración, con temor a que el recurso se agote. No lo hace. Se trasforma, sabe cuándo detenerse para mas tarde volver a él. Eso sí, la cámara está muy, muy cerca la mayor parte del tiempo. Entrañable, tierna y desgarradora la escena entre Vincent y su hermano cuando este lo visita en el hospital después de haber tenido una crisis nerviosa. Una vez más, Dafoe deslumbrante.

En otra escena, post corte de oreja, en la que Van Gogh tiene una conversación con el doctor que lo estudia y cuestiona el porqué de su auto ataque, se ve a Vincent sentado y detrás de él una pared amarilla, esencial para el artista y la película. El doctor le pide a Van Gogh que se saque la venda para poder dibujar el estado de su no-oreja. Vincent se saca la venda y en el proceso, la toma cambia, vemos el papel y la mano del doctor dibujando el corte. El morbo transformado en un trazo. El arte ha transformado el episodio.

La escena de Van Gogh con el párroco es remarcable. Una escena en donde las creencias de ambos se ven expuestas y contrapuestas, sopesadas y me atrevo a decir, aceptadas en silencio, sobre todo departe del religioso. Una escena en donde Van Gogh se entiende deteriorado mentalmente pero también se le ve con una fortaleza artística inquebrantable, no entendida en su tiempo pero (felizmente) alabada en los nuestros.

Definitivamente esta es una pequeña gran joya que no hay que dejar de ver. Para los amantes del cine y del arte, esta es su película. Se estrenó el pasado jueves y dudo que se quede en la cartelera limeña por mucho tiempo.

 ¡Corran a verla!

'''At eternity's gate''' por vincent van gogh  - 1882