Orlando, dirigida por Norma Martínez y en temporada en el Teatro Británico, es una clase maestra en dirección teatral. Un viaje de 90 minutos en donde el espectador no solo disfruta de una historia dinámicamente contada sino también de una puesta astutamente hecha. Desde la propuesta de escenografía a los vestuarios y el diseño de luces pasando por el trabajo actoral. Orlando es una de las grandes sorpresas que nos trae el teatro en esta primera parte del año. 

La propuesta es clara: fisicalidad al máximo y, a raíz de esta, una composición de escenas exquisita, el trabajo del actor con su cuerpo y mucha ruptura. Ruptura en lo cotidiano en alguna que otra “regla” que pueda tener el teatro y sobre todo ruptura de las construcciones sociales. Orlando apela a que el espectador entre en una realidad alternativa y se olvide del “cómo” deben ser las cosas o, más bien, de cómo nos dice la sociedad que deben ser.

Existe también una ruptura desde lo musical. Hay rock, baladas, cumbia y pop. Una propuesta bastante arriesgada que de no haber sido tratada con la finura con que lo hacen en la obra, se sentiría bastante disonante.

Fiorella Penanno, en el papel de Orlando, cumple más no deslumbra. Es un papel grande, rico y lleno de aristas que requiere de un trabajo actoral profundo y sobre todo lleno de verdad; verdad que Penanno todavía debe encontrar en su trabajo como actriz.

Los actores del elenco conformado por Montserrat Brugué, Ebelin Ortiz, Gabriella Paredes, Renato Rueda, Roberto Ruíz y Jordi Vilalta hacen un gran trabajo transformándose en todos estos personajes de los universos que transita el protagonista. Todas las épocas están cuidadosamente representadas a través de sus corporalidades, gestos y voces.

foto prensa teatro británico

Lo más astuto de esta obra está en la propuesta de escenografía y luces. En el escenario hay unas largas ramas con flores en colores pastel muy claros que en juego con el diseño de luces generan un efecto de paso en el tiempo, de fiesta, de frió, de lo que la obra necesite. Unas luces y escenografía que están al servicio de la puesta. Una maravillosa y envidiable sinergia entre estos dos vitales elementos teatrales.

“Orlando ha sido hombre hasta los 30 años y desde entonces es una mujer” dice uno de los personajes que interpreta Brugué. Tan simple como una línea en una obra de teatro debería poder ser el aceptar que tal vez, una persona habita un cuerpo en el que no se siente cómoda, que no le pertenece. Virgina Woolf, autora de la obra en la que esta puesta está basada, planteó esta idea como juego principal de su novela. Juego que ahora muchos seres toman muy en serio pues es su propia identidad la que está en discusión. O, mejor dicho, identidad que ya no es un juego sino una lucha.

Orlando está en temporada hasta el 20 de mayo y es, sin lugar a dudas, una puesta que no hay que perderse.

Que la disfruten.

afiche oficial