Desde que tengo uso de razón, me gustó el diseño gráfico en todas sus expresiones; desde las tipografías de los establecimientos limeños, hasta los créditos finales de cualquier película que veías en familia los domingos por la noche. Y entre todas las referencias que podrían saltar cuando hablo incansablemente de diseño gráfico a mis amigos o alumnos, destaco nombres de genios como Saul Bass, Milton Glaser, Alex Trochut, Yugo Nakamura, Storm Thorgerson, entre otros. Pero siempre hubo un nombre que reclamó toda mi admiración desde que conocí su trabajo, allá por el 2008. No solo fue por el hecho de que sus experimentos rompieran esquemas artísticos, sino también por el amor con el que miraba cada proyecto que le tocaba ejecutar y ese nombre que ha trascendido en mí forma de ver el mundo, es Stefan Sagmeister.

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Stefan es un director de arte y diseñador gráfico austriaco que actualmente vive en NY desde que fundo Sagmeister, Inc por el año 1993. Anunció la apertura de su estudio con una broma, mostrando orgullosamente su pene, el cual estaba bastante expuesto, literalmente. Fue impactante (y demasiado divertido), pero él tenía la inteligencia para respaldar la respuesta de la gente a semejante provocación, y felizmente tuvo el efecto deseado, tanto para su negocio como para su reputación. Su vasta experiencia le permitió escoger a sus propios clientes, por mencionar algunos como Lou Reed, The Rolling Stones, David Byrne entre muchos, muchos más. Por cierto, ganó un Grammy por su diseño de Once in a lifetime, caja recopilatoria de Talking Heads. Mientras muchos de nosotros en nuestra carrera como diseñadores, nos preocupamos demasiado en detalles como la tipografía, la síntesis y si nuestro trabajo le gustará al cliente, Stefan es mucho más directo y crudo. Basta con ver el poster que diseñó para la conferencia de AIGA (American Institue of Graphic Arts). Sagmeister pidió a su ayudante que tallara todos los detalles de la conferencia sobre su torso con un cuchillo y después fotografió el resultado.

uente: kingscliffgraphicdesignhistory.wordpress.com

Y por este acto brillante, su estilo artístico y su visión, es el diseñador gráfico que definió el arte de los noventa. Actualmente tiene como socia a Jessica Walsh y trabajan juntos hace años. Pero, ¿quién es en realidad Stefan Sagmeister? ¿Qué es lo que se esconde más allá de sus visiones, creatividad, miedos y traumas? Lo cuenta el mismo desde lo más profundo de su ser, entre lágrimas y sangre, en su documental “The Happy Film”. Ahí están graficados todos los experimentos que realizó durante seis años para encontrar la “Felicidad” verdadera, rediseñándose como persona en el proceso, y transformándose a sí mismo.

FUENTE: : Screenshot del documental 01 @ Copyright Stefan Sagmeister 2016

Tal vez es por eso que The Happy Film, no debería ser una sorpresa para nadie, sin embargo, es probablemente lo que el público menos esperaría de él: una exploración de la felicidad humana a través de la lente de su propia vida. Es profundamente personal e incluye obviamente un diseño gráfico inteligente y fascinante, pero también es una encrucijada mental, un ticket para un viaje psicológico que es inmersivo y tan suyo. También nos revela aún más de Sagmeister de lo que nos mostró cualquier poster desnudo de si mismo, dejando al descubierto sus debilidades, sus pequeñas fallas humanas y, en ocasiones, en sus propias palabras, ser propenso a convertirse en un auténtico imbécil.

Aunque se tienen pruebas de su trabajo en este proyecto personal desde el 2013, toda la idea nació en 2011 con la publicación de su libro "Things I Have Learned In My Life" que más tarde evolucionaría en una de sus charlas TED más famosas. Es por esto que podría decirse que The Happy Film es la conclusión de su amplia búsqueda.

Siete años más tarde, el documental comenzó como un intento de encontrar una solución de diseño para un problema urgente: Sagmeister estaba en su clímax creativo, pero de algún modo, no estaba muy contento con todo lo que estaba logrando. En ese momento, se estaba recuperando de la muerte de su madre y de una difícil ruptura con su novia, con la que había tenido una relación de 11 años; su felicidad, francamente, no tenía ninguna posibilidad de ser alcanzada porque todo se derrumbaba ante él. Pero como un diseñador gráfico que enfrenta los desafíos diarios metódicamente con soluciones creativas, fue frustrante tener un problema repentino que no pudo resolver. Entonces, por un momento, detuvo el tiempo y pensó, ¿por qué no enfocarlo como un diseñador y enmarcar su problema de felicidad como un brief creativo? Primero, tendría que encontrar la ejecución correcta para desarrollarlo.

Sagmeister se embarcó en un experimento mental que buscaba la felicidad en tres partes que consistían en periodos aislados de un mes de duración cada uno, primero en la meditación, luego en terapia y luego en el uso de medicamentos recetados. Durante cada período experimental, haría un seguimiento de su progreso y, al final, calcularía su nivel de felicidad basándose en un sistema numérico que había ideado para medir su bienestar emocional.

Fuente: Screentshot del documental 02 @ Copyright Stefan Sagmeister 2016

Pero como en todo experimento que hacemos en nuestras vidas, todo se salió de control. El lado emocional de Sagmeister superó fácilmente cualquier intento de realizar un estudio científico correcto, y arruinó cada uno de los tres experimentos al enamorarse (y sentirse muy feliz) y luego perder el amor (y sentirse muy infeliz) durante cada fase en el mismo orden.

Aunque las medicinas que tomaba lo hacían sentir feliz, los doctores le decían que no tome decisiones precipitadas y sin pensar, Stefan se enamoró perdidamente y comprometió, algo que no había hecho jamás en sus 49 años, pero también experimentó un gran dolor por la muerte del codirector de The Happy Film, Hillman Curtis, su gran amigo cercano.

Al final, Sagmeister estaba desnudo una vez más; no literalmente, pero si más vulnerable que nunca. Había pasado por un período de prueba que se ha hizo más difícil debido a su supuesta idea equivocada de filmarlo para aprovechar algo muy humano, y, sin embargo, no parece haber aprendido mucho. En absoluto. Solo sonríe y dice que "aprendió que la búsqueda de la felicidad no conducirá al resultado deseado, ya que la vida es multifacética. En última instancia, la posibilidad correcta para una vida completa sería descubrir la manera de tener una relación adecuada con otras personas, como amigos, conocidos y la gente en general, donde la felicidad puede surgir en muchos momentos. Ahí es cuando yo necesitaría una relación adecuada con mi trabajo y participar en algo que es más grande que yo, que todos nosotros.”

Y si algo importante aprendió Stefan, y probablemente todos nosotros al terminar de ver el documental es que la felicidad permanente no es posible. La felicidad fue diseñada por la evolución para mostrarnos el camino. Y si la alcanzáramos, simplemente no nos desarrollaríamos más, lo que no favorece nuestra evolución.

Un documental que toda persona, amante del arte en todas sus variaciones, debería ver, abrazar y meditar después.

Trailer aquí.