Pedro Almodóvar ha escrito un guión de cine que se lee como una carta de amor. Una carta de amor en donde le habla a su madre, al cine, a los fantasmas en su vida, le habla a su Pedro niño y pide perdón por ser simplemente él. El pequeño Pedro en quien muchos tenían esperanzas no se convirtió en quien su familia esperaba, pero ha hecho de su vida, y sobre todo de su cine, un mundo en donde él no falla, donde sus obsesiones son abrazadas por un público fiel, que lo entiende, comparte, sabe que lo que cuenta existe porque lo ha experimentado. Pedro lo cuenta en colores vibrantes, líneas inteligentes, algunas hilarantes, otras desgarradoras, pero siempre siendo, honestamente y en toda su perfecta imperfección, él.

''Te he fallado simplemente por ser como soy'' dice Salvador, personaje principal de ‘’Dolor y Gloria’’.

Antonio Banderas interpreta a Salvador Mallo, un aclamado director de cine que pasa por un bloqueo creativo y de quien todos esperan novedades de algún nuevo proyecto. Salvador tiene mil y un achaques por la familia de su padre, como dice su madre en la película, y pasa no solo por un estanque creativo sino también por uno emocional, de vida, de todo. “Penalidades abstractas y dolores del alma’’.

captura de "dolor y gloria"

Banderas hace un trabajo magistral y ha creado un personaje que, si bien es inspirado en su amigo y director, ha podido llenar de sutilezas que hacen que su Salvador sea un hombre particular y complejo; que habla, mira, observa, camina y lee como solo Salvador Mallo lo hace. Las escenas más conmovedoras, donde Salvador Mallo es más vulnerable, contenido y frágil, es donde mejor se puede ver la capacidad interpretativa de Banderas. ‘’No es mejor actor el que llora sino el que lucha por contener las lágrimas’’ dice Salvador en la película. Su Palma de oro a Mejor Actor en el reciente festival de Cannes está más que merecida.

Almodóvar es acompañado también por Penélope Cruz interpretando a la joven madre de Salvador. De ella se agradece la fuerza, su dureza para interpretar a una madre que solo la romántica memoria de Almodóvar puede recordar, y que su experiencia y sensibilidad puede lograr dar vida.

captura de  la película

Los planos, colores y referencias artísticas de siempre están presentes. Solo que esta vez han evolucionado. Estamos hablando de Almodóvar en el 2019.

Salvador Mallo vive en un amplio departamento que podría ser fácilmente confundido con una galería de arte. Pinturas de reconocidos artistas y pequeños recuerdos de visitas a museos. Imantados en su refrigeradora con imágenes de sus pintores favoritos. Malevich, Hopper, Hockney viven con él. Pintores españoles, también. Salvador lee a Roberto Bolaño en Anagrama y Alfaguara. También lee a Eric Vuillard. Piensa en el teatro de Jacques Cocteau y la danza de Dimitris Papaioannou. Todos son artistas que han alimentado su talento creativo. Mallo tiene también (como para resaltar su éxito acompañado de poder adquisitivo), una tostadora diseñada por Dolce & Gabanna de color rojo. Roja como la cocina en la que se encuentra. Un rojo lujoso e indiscutiblemente Almodóvar. Todos estos temas recurrentes en películas del director español. Tal vez son estos artistas los que hacen un poco más tolerable la vida de Salvador... ¿y también la de Pedro?

CAPTURA DE "DOLOR Y GLORIA"

La cinta no es solo un homenaje al cine sino también al teatro y sobre todo al arte de escribir. Cuenta Salvador que escribió un texto simplemente para ‘’sacárselo de encima’’, para que ya no lo atormentara más. La puesta en escena de este texto jugará un papel importante en el desarrollo de la segunda mitad de la película y reconectará a Salvador precisamente con la persona que lo inspira. Es aquí cuando la precisa dirección de arte juega un papel importantísimo para crear una atmósfera de nostalgia, dolor y pasión. De esa magia de la que se habla cuando se habla de la magia del teatro.

CAPTURA DE "DOLOR Y GLORIA"

No es casualidad que en uno de los sets de la película veamos a medias un afiche de “8 1/2 “ de Federico Fellini. Almodóvar sabe lo que está haciendo y sabe que su película va a ser comparada con aquella otra sobre un director de cine italiano en una etapa compleja de su vida. Sí y no.

“Sí y no, absolutamente”, responde nuestro querido Pedro cuando le preguntan si “Dolor y Gloria” es una película basada en su vida. ¿Importa en realidad? ¿O tal vez es más entretenido romantizar la idea de la vida de un aclamado director de cine? ¿Cuán real fue o es esto? Difícil saberlo, pues Almodóvar y Salvador están más interesados en la autoficción que en la autobiografía.

De lo que si no hay duda es de que llegada la madurez creativa también ha llegado una madurez sin miedo. Ya con “Julieta” (2016) Almodóvar anunciaba un cine más íntimo, de familia y, como siempre cuando se habla de familia, de dolor.

Su cine se ha caracterizado siempre por contar principalmente historias de mujeres. Y no nos confundamos, si hay alguien de quien habla en esta película, es de una madre. Una que esperaba mucho, muchísimo más de su hijo. De una madre a quien le pide perdón por no haber sido el hijo que ella hubiera querido.

¿Qué es un creador sin su madre como principal referente para su trabajo?

Almodóvar contaba en una conferencia de prensa hace algunos años que su madre vivió su embarazo de luto y que gran parte de su vida la pasó vestida de negro, pues era costumbre llevar luto por mucho tiempo después de la muerte de un ser querido. Dice que es por ella que sus películas están llenas de personajes vestidos de colores vivos y alegres. Su forma de vengar a su madre por todo ese triste y aburrido negro.

¿No es esta la mayor prueba de que una madre es, se quiera o no, influencia número uno para nuestras creaciones?

Pedro Almodóvar merece toda la gloria por esta película. El dolor ya pasó.

Dolor y Gloria está ahora en la sala azul del Centro Cultural PUCP y en algunas salas de Lima, revisa la cartelera que esta película es de visionado obligatorio.

Aquí el trailer

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